No sé de qué color es la portada
Una de las emociones más grandes relacionadas con la publicación de La ilusión del caos fue saber que la edición incluiría ilustraciones. Después de un año de trabajo constante en el texto, y a tan solo un par de meses de la publicación, fui a las oficinas de Editorial edebé México con mi querido editor Jesús Pérez Covarrubias para revisar las ilustraciones y la portada. Él y el equipo de edebé ya tenían tiempo trabajando en ello, pero yo no conocía los detalles. Sabía que el ilustrador era de Guadalajara y nada más.
Estaba ansioso, cómo no. Alguien había leído mi novela y había transformado mi lenguaje en lenguaje visual, es decir, esa persona se apropió del texto y lo reinterpretó gráficamente. Jesús estaba algo nervioso también, era evidente. Empezó diciendo que la edición era, en su opinión, uno de los mejores trabajos que habían hecho en la editorial, sobre todo por la vinculación lograda entre ilustración y texto. Luego deslizó sobre la larga mesa un fólder rojo con el logotipo de la editorial.
Había llegado el momento.
Lo abrí y ahí estaba. Primero vi las formas individualmente, luego hice sentido del dibujo completo. No soy una persona visual, entonces mi reacción no fue espontánea. Pensé: claro, ahí está Norela, Oriol, la ceremonia bajo el puente. No sentí ganas de llorar ni nada, pero muy rápido asimilé la felicidad en mi interior. Esa era la portada de La ilusión del caos, no había duda, era el destino.
¿Te gustan los colores?, me preguntó Jesús. ¿Qué? ¿La ilustración está a color? Apenas me daba cuenta. Soy daltónico, me he acostumbrado a no poner atención a los colores. Han pasado seis meses desde ese día y todavía no puedo decir de qué color es la portada. Aunque me lo hayan dicho muchas veces, simplemente mi cerebro no retiene detalles cromáticos. Creo que la contratapa es morada porque es el color de la colección Periscopio, pero nada más.
Después revisamos las ilustraciones interiores. Fabulosas. Mi favorita es la del muro de Quéret, que ocupa dos páginas enteras. Es un dibujo que, sin ser abstracto, requiere de cierta abstracción mental para comprenderlo. Me gusta porque produce una reacción inmediata en el lector, le exige una pausa de reflexión.
Honor a quien lo merece: el ilustrador de La ilusión del caos es Víctor Hernández. Pueden conocer más de su trabajo en su tumblr y en su página de Behance. Gracias, Víctor, por tu talento y por compartir tu arte conmigo y con los lectores.
Aquí en el sitio hay algunas ilustraciones de la novela, pero para verlas todas tendrán que ir directo al libro. Les recuerdo que se puede comprar en El sótano, librerías del Fondo de cultura económica, Librerías Gonvill, Terraza 27, entre otras.
Nos leemos.