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Sobre la soledad, mis ex alumnos y la siguiente novela


Voy a hablar de varias cosas. Disculpen lo disperso.

Es oficial: la segunda parte de La ilusión del caos está lista. Hoy me confirmó mi editor que el texto ya pasó a la parte de formación, es decir, cuando un diseñador lo pone en el formato adecuado para imprimir. También, la idea de la portada ya quedó y ahora solo falta que Víctor Hernández, el genial ilustrador de la primera parte, la tenga lista. Todo marcha bien para que la novela esté impresa y a la venta a finales de abril.

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Estoy en Las tapas de arriba, mi café favorito del mundo. Bueno, no sé si del mundo, pero sí de Monterrey. Pido el café americano regular. Le pongo un poco de azúcar, medio sobrecito nada más, y lo tomo sin leche. Ahora que lo pienso, mi café favorito es quizá Roasted Coffee Laboratory en Tokio; espero regresar algún día.

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A veces me siento muy solo. Me encanta estar solo, prefiero la soledad a la compañía de gente que no conozco o conozco poco, pero últimamente, quizá, se ha rebasado la línea entre una soledad saludable y una que lastima. Es difícil de explicar y no pienso extenderme. Solo compartiré esto: hace unos minutos escuchaba en YouTube una entrevista a Mario Benedetti. Leyó un poema sobre la soledad y me golpeó duro. Se me ocurrió que después de la soledad hay más soledad y que para solucionar este problema de soledad lo mejor será una mayor dosis de soledad.

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Un cliente del café se para a platicar con la mesera. Ambos tendrán unos diecinueve o veinte años. Él se acomoda con las piernas ligeramente abiertas frente a ella, las manos en los bolsillos, se mece de un lado a otro, nervioso. Ella lo mira con una sonrisa muy linda, de persona que piensa: quizá pueda enamorarme de nuevo. Ella es muy bajita. Él es muy alto. Ambos usan lentes de pasta negra. Ya se han despedido dos veces; siguen hablando.

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Hoy una ex alumna me contó que en el verano irá a trabajar a un campamento en Estados Unidos; será maestra de niñas mexicanas. No sé exactamente de qué, pero se escuchaba muy feliz y a mí también me alegró mucho la noticia. También, justo ahora me escribió otra ex alumna para contarme que pasó el TOEFL con 573 puntos. La última vez yo la ayudé a estudiar y sacó 513. Ahora estudió sola y sacó mejor puntaje. No sé cómo interpretar eso, pero no me levanta el ánimo, ja. Otros dos alumnos me pidieron carta de recomendación para viajar en el verano a programas de intercambio y fueron aceptados. Estaban muy agradecidos. Una de ellas juega Pokémon y ve anime, me cae muy bien. Me emociona verlos crecer y aprovechar oportunidades. ¡Ah! La ex alumna del TOEFL me acaba de decir: “Muchas gracias, teacher. De verdad cuando contestaba el examen pensaba en todos tus tips”. Bueno, ahora puedo morir en paz.

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Son casi las diez de la noche. Tengo que diseñar un examen para mañana y no se me ocurre nada. Dejaré de escribir aquí y me pondré a trabajar. ¡Hasta pronto!


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